El término se refiere de forma común a las dehesas, pastos o prados en donde el vecindario de un pueblo puede soltar y pastorear el ganado, concretamente vacuno.
Estos terrenos también se pueden utilizar para la recolección de corcho, setas o el carboneo.
En su mayor parte están acotados por paredes o muros de piedras.
En los siglos XVIII y XIX las dehesas boyales fueron destinadas para ser aprovechadas casi exclusivamente por reses de labor.
Estas son de propiedad pública y están administradas por el ayuntamiento o por la concejalía a la que concierne el desarrollo rural en cada caso.