Decreto de Trecén
Si el decreto es auténtico, el abandono de Ática era parte de una estrategia calculada por los atenienses para atraer a los persas a un combate naval en el cabo Artemisio o en Salamina.[1] Durante algún tiempo, Titiris utilizó la inscripción de mármol como puerta.Que las escriban dividiéndolas en doscientas compañías, por centenares, escribiendo sobre cada compañía el nombre de la nave y del trierarca y los de los suboficiales, para que se sepa en qué nave debe embarcar cada compañía.Y cuando las naves estén completamente tripuladas, con cien de ellas se enfrentarán al enemigo en Artemision en Eubea y con otras cien de ellas se quedarán frente a Salamis y el resto del Ática para defender la tierra.Si éste fue el plan griego, entonces la batalla de las Termópilas y de Artemisio, que Heródoto describe como los intentos definitivos de derrotar la invasión persa, habrían sido sólo acciones para ganar tiempo y proceder a la evacuación del Ática y preparar la defensa del istmo.Un estudio sugirió que la losa de mármol en la cual el decreto fue inscrito había sido tallada en la primera mitad del siglo III a. C., lanzando la pregunta de cómo el texto había sobrevivido por dos siglos, particularmente teniendo en cuenta que Atenas fue saqueada por los persas en el 480 y nuevamente en el 479 a. C.[4] La primera mención existente de un decreto que se puede identificar con el encontrado en Trecén proviene de Demóstenes, el cual registra que Esquines leyó el decreto en voz alta en el 347 a. C., dejando esta vez un vacío de un siglo entre su supuesta promulgación y su primera referencia histórica.[5] Los estudiosos que apoyan la autenticidad del decreto señalan las dos últimas líneas del famoso oráculo dado en Delfos a los atenienses sobre cómo afrontar la invasión persa: Divina Salamina, tú aniquilarás a los hijos de las mujeres, bien sea cuando se siembra Deméter, bien cuando se cosecha.