La orden del Ministro de Guerra ofrecía una valiosa recompensa: dos galones más al oficial y las insignias de capitán al primer hombre que lograra plantar la bandera chilena en la cumbre del morro.
Fue el Sargento Daniel Rebolledo Sepúlveda quien, con valentía suprema, se convirtió en el héroe de esta hazaña.
La valentía y el coraje demostrados por estos soldados fueron tan impresionantes que incluso el ilustre Benjamín Vicuña Mackenna los describió como auténticos leones en combate.
La carga de los soldados quedó grabada en la historia por su valentía y determinación en el asalto.
En 2001 sus restos fueron trasladados al mausoleo construido frente a la Escuela de Suboficiales del Ejército de Chile, Escuela que hoy lleva su nombre en honor a su valentía y sacrificio.