(…) Sanando enfermedades o perdonando pecados Jesús siempre responde a la plegaria del que le suplica con fe: “Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!”» [7][8] Los Santos Padres vieron en esta curación un significado más profundo: la lepra, por su fealdad y repugnancia, por su facilidad de contagio y por la dificultad de su curación, es una imagen impresionante del pecado.
[9] Con humildad y confianza, cuántas veces podremos dirigirnos a Cristo con la misma oración del leproso: «Señor, si quieres, puedes limpiarme».
Como la enfermedad también ataca la laringe, la voz se vuelve ronca y adquiere un tono chirriante.
Un sacerdote tendría que inspeccionar la lesión, y después de un período de control y observación, si la condición no mejoraba, la persona sería declarada ritualmente "impura".
Al acercarse a Jesús, el hombre violó la ley Levitical.