[1] Poco conocido en España, es un asunto alimentado desde el siglo XIX en la opinión pública lusitana por el movimiento irredentista y los sectores interesados en mantener vivo el distanciamiento tradicional de ambos países,[2] habiendo sido objeto de numerosas publicaciones.
La reconquista de Badajoz por el rey leonés Alfonso IX en la primavera del año 1230 llevó al monarca a recompensar a los templarios que habían participado en la campaña militar, motivo por el que se les concedieron los enclaves de Burguillos y Alconchel.
Desde estas tierras, los templarios crearían más adelante la encomienda de Oliventia en el año 1256, donde acabarían erigiendo un templo a Santa María y levantarían un castillo.
En 1801, España y Francia declararon la guerra a Portugal en represalia por su alianza con Gran Bretaña, llevando a la invasión del país lusitano en la breve campaña conocida como guerra de las Naranjas, siendo Olivenza tomada por las fuerzas españolas y quedando bajo soberanía española desde entonces, según los términos del Tratado de Badajoz.
[7] Desde esta óptica, históricamente, España argumentó, recuperar Olivenza, que era una parte de una dote de confraternidad familiar, que dio un rey español al casar a su hija con un monarca portugués, para castigar la actitud en extremo agresiva (más de lo que la administración española podía tolerar entre dos Imperios Ultramarinos, aunque declinantes, en gran carrera competitiva por los mares y mercados de todo el orbe) del estado portugués en alianza secular con Inglaterra (según Portugal para asegurar su supervivencia como Nación independiente).