Según el historiador Mario Liverani, estas variaciones no necesariamente indican diferencias en las raciones de alimento para hombres, mujeres y niños, como han sugerido otros investigadores.
[5] El material tosco con el que estaban hechos los hacía porosos y, por lo tanto, inadecuados para contener líquidos.
[8] Sin embargo, Liverani rechaza esta idea, argumentando que tal desperdicio sería incompatible con la economía y la mentalidad de la época.
En su opinión, estos cuencos, administrados por la estructura templaria, se usaban para servir comidas a los trabajadores ocasionales (especialmente aquellos en régimen de corvea), tras lo cual eran recogidos y almacenados.
Su presencia en sitios septentrionales como Tell Brak o Hammoukar sugiere que sociedades con culturas ya consolidadas adoptaron rápidamente las costumbres de Uruk, probablemente a través de intercambios comerciales más que por conquista militar.