Básicamente es una cruz con el significado que le es propio asociado a la influencia de la cultura celta.
Las primeras cruces datan del siglo VII y no son high crosses, sino grabados en grandes piedras planas extendidas en el suelo.
Las cruces propiamente dichas fueron erigidas por los monjes irlandeses al menos desde el siglo VIII, primero en Irlanda (donde sobreviven la mayoría) y más tarde en Gran Bretaña (conservándose en Cornualles, Gales, Northumbria, Escocia, archipiélago de las Hébridas e isla de Iona).
Desde entonces vuelven a alzarse cruces celtas en Irlanda, sobre todo con propósitos funerarios (reminiscencia de su antiguo uso conmemorativo).
Otros consideran más probable un origen en cruces con coronas de hojas o flores en torno a su intersección.