La carrera del Reina Regente transcurrió sin incidentes, como resultado de los limitados presupuestos navales y la neutralidad de España durante la Primera Guerra Mundial.
Se planificó su construcción en 1896, pocos meses después del hundimiento del primer Reina Regente, sin embargo una serie de retrasos por motivos económicos, materiales y administrativos hicieron que su botadura fuera en 1906 y su entrada en servicio en 1910.
Sus calderas de carbón, cuyo número y tipo se desconocen, estaban canalizadas en tres embudos.
En julio, desde Santander dio escolta al Giralda, que llevaba a bordo al Rey Alfonso XIII hasta Inglaterra donde participó en las regatas de Cowes, regresando en agosto.
Tomo posteriormente parte en las operaciones del norte de África, en las que llevó a cabo diversos bombardeos contra las cabilas rifeñas insurgentes.
Con la ayuda del cañonero Laya, se evitó el hundimiento del buque al embarrancarlo en una playa cercana; dirigiéndose más tarde a Cartagena para ser reparado escoltado por el crucero acorazado Princesa de Asturias.
En los años siguientes, realizó diversos viajes de instrucción por el Mediterráneo y el Atlántico, pero siempre a velocidad reducida.
En 1924 entró en la base naval del Arsenal de La Carraca (Cádiz) para ser sometido a trabajos de carenaje, el mal estado en que se encontraban sus máquinas y calderas desaconsejaron cualquier trabajo.