El cristianismo está presente en Líbano de forma continua desde hace mucho tiempo, y su presencia se remonta a las primeras enseñanzas que hizo Jesucristo a los habitantes de Tiro y Sidón como se relata en el Nuevo testamento.
El cristianismo en el Líbano es casi tan antiguo como la misma fe cristiana, los primeros informes relacionan la posibilidad de que el mismo San Pedro fue quien evangelizó a los fenicios quienes se adhirieron al antiguo patriarcado de Antioquía.
Por la fe, la liturgia, ritos, libros religiosos y el patrimonio, los maronitas se pueden considerar de origen ortodoxo.
La Iglesia Maronita forma parte del grupo sirio - occidental, siendo el siríaco o arameo su lengua litúrgica.
La Iglesia maronita es la única de todas las orientales que ha permanecido en plena comunión con Roma durante todos estos siglos, pese a las tremendas pruebas sufridas por esta Iglesia por parte monofisitas, bizantinos, mamelucos y turcos.
Con todo, la más antigua iglesia maronita de Líbano conocida es Mar Mama, del año 749.
Los Patriarcas, en número de 34 residirán allí hasta el año 1440, desarrollando una vida austera y sin sede fija.
A finales del siglo XIII, un viajero occidental encuentra, incluso, un obispo maronita en Takrit (Mesopotamia).
Con las Cruzadas, llega la presencia franca, acogiendo los maronitas del Líbano a los cruzados, iniciándose cierta latinización, construyéndose numerosas iglesias, estableciéndose unas extraordinarias relaciones, en particular a partir del viaje de San Luis de Francia.
Con los mamelucos, se sucedieron varias matanzas entre la población maronita, siendo algunos patriarcas vejados, perseguidos y asesinados.
En 1516, Líbano cae, al igual que todo Oriente, en manos turcas, prolongándose la ocupación hasta el año 1918.
Bajo dominio turco, los maronitas, aliados de los drusos (una secta herética chiita establecida en las montañas del Chouf libanés desde el siglo XI), consiguen una cierta autonomía.
A mediados del siglo XIX, el pacto druso–maronita se rompe, iniciándose nuevas persecuciones que culminarán en 1860, finalizando con la intervención internacional de Napoleón III.
Con la Primera Guerra Mundial, casi un tercio de la población muere por el hambre causado por el bloqueo y la violencia.
En los años siguientes, la influencia religiosa latina se hace más evidente, lo que provocará cierta reacción en defensa de la identidad maronita.