La criopreservación o crioconservación es el proceso en el cual las células o tejidos son congelados a muy bajas temperaturas, generalmente entre -80 °C y -196 °C (el punto de ebullición del nitrógeno líquido) para disminuir las funciones vitales de una célula o un organismo y poderlo mantener en condiciones de vida suspendida por mucho tiempo.A esas temperaturas, cualquier actividad biológica, incluidas las reacciones bioquímicas que producirían la muerte de una célula, quedan efectivamente detenidas.La criopreservación tradicional se ha basado en recubrir el material a congelar con una clase de moléculas denominadas crioprotectores.Se investigan constantemente nuevos métodos debido a la toxicidad inherente de muchos crioprotectores.[1] Como su nombre lo indica es la unidad que permite congelar o «criopreservar» la muestra biológica por largo tiempo, preservando al mismo tiempo su viabilidad.Es en donde se almacena la muestra después de que esta ha alcanzado la temperatura deseada.No obstante la supervivencia también va a depender del volumen de congelación y del sistema de envasado utilizado que puede ser mediante pajuelas, criotubos o ampollas.En este caso la supervivencia va a ser más crítica que en la criopreservación de los espermatozoides.Este hecho se debe probablemente a que su placa metafásica es muy sensible.Se ha observado que esta técnica puede presentar algunas consecuencias negativas como alteraciones en la metilación del ADN y la modificación de las histonas.A diferencia de la congelación tradicional, esta técnica permite preservar los óvulos sin mermar su calidad.