Crónica de los pobres amantes

Su patrón es el herrador Corrado, a quien llaman Maciste, conocido antifascista que había pertenecido antes a los Arditi del Popolo, como su amigo Ugo, un vendedor ambulante de frutas y entretenimiento.

La tranquila convivencia en Via del Corno se rompe dramáticamente cuando Alfredo, recién casado y empeñado en hacer prosperar su negocio, se niega a pagar la cotización a la sección local del Partido Fascista y sufre una brutal paliza, que lo deja tan profundamente marcado físicamente que tiene que ingresar en el hospital y renunciar a la tienda de comestibles.

En 1950, la censura italiana abortó un primer proyecto de adaptación cinematográfica que iba a realizar Luchino Visconti.

Carlo Lizzani sorteó la oposición de las grandes productoras recurriendo a una cooperativa de espectadores y poniendo en escena «una novela coral donde las historias y los dramas de la Via del Corno se enredan, aleatoriamente, en el día a día.

La libertad se muere en este San Bartolomé de opositores».