El coturno empezó a ser utilizado por los actores atenienses en las representaciones de la tragedia en neta oposición al socco (o soccus), zapato cerrado y plano reservado para la representación de la comedia.
Los coturnos tenían la función de proporcionar altura al actor que representaba personajes nobles elevándolo por encima del coro y equiparándolo a las grandes dimensiones de la máscara, convirtiéndolo así en un personaje enorme.
Se representaba calzada con coturnos a Melpómene, una de las dos musas del teatro.
En cuanto al coturno, probablemente dio origen al chapín, un zapato femenino surgido en la Baja Edad Media y muy popular entre los siglos XV y XVII, especialmente en Venecia y España, que contaba con altas plataformas, permitiendo salir a la calle a las damas preservando en cierto modo del polvo en verano, lodo en invierno e inmundicias en unas calles carentes de sistema de alcantarillado ni recogida de desechos en las vías públicas.
En madera o corcho, tendieron a ser cada vez más altos, llegando incluso algunos a los 50 cm de altura, complicando la marcha y provocando que algunas damas se desplazaran flanqueadas por dos sirvientes en los que apoyarse para caminar.