Los ejemplos más antiguos e importantes proceden del periodo románico.
Las coronas luminosas empezaron a usarse en las catacumbas desde el siglo IV y consistían al principio en aros horizontalmente suspendidos o montados en esbelto pie, sobre los cuales se colocaban lucernas o velas.
La rueda, sus puertas y sus torres, las cuales se encuentran decoradas usualmente con profetas y apóstoles o con sus nombres inscritos, simbolizan las murallas de Jerusalén.
Los contrafuertes, torres y velas se encuentran en múltiplos de doce, debido a la numerología del Apocalipsis.
Se presume que fue un regalo del canónigo Degenhard Ree.