El ropaje alegórico de la crítica consiste en que el Provincial de una orden religiosa visita un monasterio (que representa a Castilla) y constata las depravaciones y corrupciones de los frailes y monjas del mismo: El poema está emparentado con los otros dos máximos exponentes del género en el siglo XV (las Coplas de ¡Ay Panadera!
Los personajes son citados por su nombre y tratados difamatoriamente sin piedad, con cinismo y con una brutal procacidad, lo que motivó que fueran prohibidas por la Inquisición.
Son acusaciones frecuentes la sodomía, los cuernos, el adulterio, la prostitución de las damas.
Otros han postulado que se trata de una obra colectiva de varios autores, que es la hipótesis más fundamentada y sostenida además de por Marcelino Menéndez Pelayo por Antonio Rodríguez Moñino y Kenneth R. Scholberg.
López y Torrecilla, sin embargo, encuentran razones para atribuirlas a Hurtado de Mendoza.