Convento de las Siervas (Cartagena)

Un año después, en la noche del 29 de diciembre de 1920, el convento sufrió un atentado con dos bombas, del que el periódico El Liberal de Murcia responsabilizó a los anarquistas, y al que el historiador Pedro María Egea Bruno alude como una respuesta al aumento de la represión policial en Barcelona.

[7]​ El edificio fue entregado al Ayuntamiento, dirigido por el alcalde Ginés Huertas Celdrán, acordándose destinarlo «a necesidades de tipo social y educativo»,[3]​ y las monjas se trasladaron a Murcia.

[7]​ Terminó sin embargo siendo objeto de abandono, abriéndose un periodo en que el monasterio, con un grado 3 de protección, se deterioró hasta que su restauración se hizo inviable a ojos de las autoridades municipales.

Esta decisión trajo la indignación de sociedades de defensa del patrimonio local, como las asociaciones Massiena o Adepa, que exigían que como mínimo se respetara la fachada, tal y como se establecía en el Plan General de Ordenación Urbana vigente.

[8]​ Finalmente los trámites para la construcción del nuevo hotel se paralizaron, y desde entonces el lugar antaño ocupado por el convento de las Siervas permanece como un solar.