Convento de las Concebidas

El edificio tenía dos enormes puertas gemelas como ingreso principal, un campanario y 3 patios interiores.

Durante los ataques indígenas que recibió la ciudad en 1781 y en 1811, el campanario del convento fue utilizado por los soldados como un punto de vigilancia.

Un hecho muy singular se vivió en 1894 dentro de este convento, por aquella época fungía como confesor el padre Bavia y como capellán el fraile José Daniel Chávez, ambos muy queridos por las monjas.

La abadesa Sor Matilde Varela no aceptó los cambios que pretendía el visitador y se puso en contra de éste junto con 18 monjas de las 21 que habitaban el convento, el visitador no dudó en quitarle el puesto a Varela y apoyarse en las únicas monjas que no mostraron resistencia nombrando como nueva abadesa a Sor Mercedes Veintemillas y como vicaria a Sor Rosa García.

La nueva abadesa pidió las llaves del convento a su predecesora pero ésta se negó y en compañía de las otras monjas se dirigieron a las puertas del convento, las abrieron y salieron huyendo.

La monja Fortunata Valdivia presentó signos de locura tras el evento por lo que fue enviada a un sanatorio.

[4]​ La popular Fiesta del Gran Poder tiene origen en un cuadro que llegó al convento entre las propiedades de la novicia Genoveva Carrión en 1826, se trataba de un cuadro muy antiguo y se cree que fue pintado en el siglo XVIII.

Al no tener un lugar propio, las mujeres alquilaron varias viviendas donde quedarse a lo largo de los años, se fue expandiendo la creencia de que el cuadro obraba milagros en las casas donde se alojaba y mucha gente pedía visitarlo.