Su iglesia fue derribada durante la guerra civil española.
[2] Con su fundación, el convento recibió diversas propiedades: l'Oliver, l'Olm, la Lloba, el Botjar y la senda de les Ombries.
Para la construcción del convento, el arquitecto Berenguer Jofre aprovechó los restos de un castillo levantado para las guerras de Múrcia en 1265.
Con la desamortización de Mendizábal, en 1837, el convento fue adquirido por la ciudad y se habilitaron los terrenos para mercados y viviendas, con una reforma a cargo del arquitecto José Moltó Valor.
[3] El conjunto contaba con una iglesia y un convento, rodeados de un foso y con una puerta cada uno, con lo cual tenía componentes de fortaleza.