Convallaria majalis (coloquialmente llamada muguete, convalaria, lirio de los valles o lirio del valle) es una especie herbácea y perenne, nativa de las zonas templadas del hemisferio norte, y perteneciente a la familia Asparagaceae.
La corola presenta 6 tépalos y tiene forma acampanada, de color blanco o rosa, dulcemente perfumados.
[cita requerida] Las convalarias crecen en zonas forestales y sombrías, y sus hojas alargadas se parecen a las del ajo de oso (si bien la flor es, salvando el color, totalmente diferente), lo que en ocasiones puede llevar a la confusión entre ambas especies.
Sin embargo, en la convalaria la fecundación cruzada no se puede obtener mediante polinización en el mismo clon, debido a la autoincompatibilidad.
[3] Esta planta requiere una temperatura media superior a 10 °C en verano, lo que la hace adecuada incluso para las regiones más frías como las del norte de Europa.
La ingestión provoca problemas digestivos consistentes en irritación de la boca, dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea.
Esto es lo que permitió a Carlos Linneo darle su nombre binomial latino Convallaria majalis (literalmente convalaria de mayo) en 1753.
Le gustan los suelos limosos o arenosos y ácidos a moderadamente alcalinos,[11] preferiblemente con abundante cantidad de humus.
[14] La Convallaria majalis se cultiva mucho en jardines por sus flores perfumadas y su capacidad para cubrir el suelo en lugares sombríos.
La Royal Horticultural Society del Reino Unido le ha otorgado el Award of Garden Merit.
Durante la floración, a veces se la confunde con la orquídea campana blanca (Cephalanthera longifolia, que crece en los mismos lugares.
Sin embargo, su uso doméstico debería prohibirse por su falta de interés y sobre todo el peligro mortal que supondría.
Diferentes ingredientes sintéticos, como hidroxicitronelal, lilial, terpineol (o terpinol), etc. permite al perfumista recrear el aroma de la convalaria.
Las bayas del lirio de los valles, maduras o no, parecen pequeños caramelos y son muy atractivas pero muy tóxicas.
En los días previos, es costumbre hacer excursiones a los bosques para recoger ramilletes y está permitido que cualquiera los venda en las calles o en el borde de las carreteras.