Tras la unificación italiana la ley fundamental del país era el Estatuto Albertino (1848), carta otorgada por el monarca al pueblo italiano que establecía una monarquía constitucional primero con sufragio censitario muy limitado hasta llegar al sufragio masculino en 1919.
Durante la época fascista dirigida por Benito Mussolini tras la marcha sobre Roma, el Estatuto Albertino se siguió utilizando, pero en la práctica sus principios no eran respetados.
Una la que elegiría una Asamblea Constituyente encargada de redactar la primera constitución del país.
La Asamblea fue elegida mediante un sistema proporcional y estaba compuesta por 556 escaños repartidos en 32 colegios electorales.
La Constitución italiana está dividida en cuatro partes, contiene 139 artículos y 18 disposiciones.