La constitución recibió importantes modificaciones por medio del acto adicional de 1834, que, entre otras alteraciones, creó las asambleas legislativas provinciales.
Por tanto, sería necesario evitar implantar en el país leyes que en la práctica fueran desoídas.
Una segunda facción, los "portugueses absolutistas", que comprendían no solo a los lusitanos, sino también a muchos brasileños que defendían una monarquía absoluta y centralizada, además del mantenimiento de sus privilegios económicos y sociales.
Ideológicamente, el Emperador se identificaba con los bonifácios tanto en relación con los proyectos sociales y económicos, cuanto en relación con los políticos, pues no tenía interés ni en actuar como un monarca absoluto y menos en servir como "una figura decorativa en el Gobierno".
Enseguida fue remitido a la Constituyente, donde los diputados iniciaron los trabajos para la redacción de la Carta Magna.
En la cuestión del federalismo, era centralizadora, pues dividía el país en comarcas, que eran divisiones meramente judiciales y no administrativas.
Las calificaciones para ser elector eran mucho más restrictivas que la Carta final de 1824.
La Constituyente optó también por la inclusión del veto suspensivo por parte del Emperador (así como la de 1824), que podría inclusive vetar, si así lo deseara, el propio proyecto de Constitución.
Os descontentes uniram-se para derrubá-los e na aliança se confundiram moderados com exaltados".
Se inició así una auténtica guerra con ataques y declaraciones de las distintas facciones que tuvieron su campo de batalla en los periódicos del país, que defendían una u otra facción política.
"Don Pedro I detentaba la fidelidad de la oficialidad, que se sintió agredida por los insultos dirigidos hacia ella y hacia el Emperador por los periódicos aliados de los Andrada y exigía un castigo ejemplar.
El ministro del Imperio, Francisco Vilela Barbosa, representando al gobierno, se dirigió a la Asamblea demandando que se procesaran a los hermanos Andrada por los supuestos abusos que cometieron.
Los diputados debatieron sobre la propuesta del gobierno y permanecieron en sesión durante la madrugada.
Sobre el episodio, Oliveira Lima afirmó que: "A madrugada da noite de agonia não iluminou todavia martírio algum.
Seis tão-somente foram deportados para a França, entre eles os três Andradas".
A pesar de las múltiples detenciones, D. Pedro I se mantuvo en el poder porque los diputados rebeldes se perdieron en disputas por el poder y solamente buscaron defender sus propios intereses, con lo que llevaron a la capital del Imperio al borde de la anarquía.
Se esperaba que la Carta sirviera como un proyecto para una nueva Asamblea Constituyente.
[6][7] Poquísimas cámaras hicieron alguna alegación al proyecto de Constitución y prácticamente ninguna hizo alguna reserva.
[15] Era más liberal, en diversos puntos, y menos centralizadora que el proyecto de la Constituyente, revelando que los "constituyentes del Primer Imperio, estaban perfectamente actualizados con las ideas de la época".