En 1579 Theodore Beza escribió Vindiciae contra Tyrannos, la cual Sabine parafrasea: "Las personas imponen las condiciones qué el rey está acatado a cumplir.
Por ello están atados a la obediencia sólo condicionalmente, concretamente, al recibir la protección de un gobierno justo y lícito…el poder del gobernante está delegado por las personas y continúa sólo con su consentimiento.
El consentimiento abierto, para ser válido, requeriría voluntariedad, un acto concreto de la parte de los consentidores, un acto particular consentido a, y agentes concretos quiénes realizan esta acción.
No todo quiénes están gobernados por un gobierno particular han inmigrado a dicha jurisdicción, aun así; algunos nacieron allí; algunos argumentan que el poder de emigrar y abandonar una jurisdicción implica la omisión de consentimiento.
Según el propagandista Edward Bernays mientras discutía de relaciones públicas que fueron descritas en su ensayo y libro The Engineering of Consent (1955), el público puede ser manipulado por sus deseo subconsciente de entregar votos a un candidato político.
Bernays reclamó que "el principio básico implicado es sencillo pero importante: Si las opiniones del público son para controlar el gobierno, estas opiniones no deben de ser controladas por el gobierno.
[7]" Edward S. Herman y Noam Chomsky en su libro, Manufacturing Consent (1988), anticiparon un modelo de propaganda para los medios informativos en los Estados Unidos[8] en el que la cobertura de acontecimientos actuales estuvo sesgada por empresas y el estado para fabricar el consentimiento del gobernado.