Antes de la división formal del territorio, la región estaba formada por estructuras feudales caracterizadas por su multietnicidad.
No obstante, fue con la proclamación de los Estado-nación modernos y la época colonial que la configuración feudal fue remplazada por Estados gobernados por una nueva burguesía capitalista.
Esta nueva ideología reagrupó a todas las tribus y clanes bajo el paraguas de la nación sin considerar sus diferencias étnicas o religiosas.
Por eso, el Confederalismo Democrático se basa en un modelo de auto-administración para sus diferentes comunidades integrantes[2].
Así, contrario al centralismo y las estructuras políticas del Estado-nación, el Confederalismo Democrático propone un modelo de autogobierno.
Por contra, la doctrina del Confederalismo Democrático tiene como objetivo establecer estructuras federales en Irán, Turquía, Siria e Irak que formen, a su vez, una confederación paraguas para las cuatro partes de Kurdistán.
Indudablemente, el éxito y buen hacer este proyecto político tiene como condición ineludible la intervención directa del soberano: el pueblo[5].
En oposición al modelo estatista, el Confederalismo Democrático propone un tipo de administración política no estatal, es decir, una democracia sin Estado.
Para ello, se promueve la creación de grupos a nivel local, central y regional que se encarguen de manejar las situaciones específicas que atañen a cada territorio para así desarrollar soluciones concretas y precisas.
El Confederalismo Democrático está comprometido con construir un modelo de sociedad ecológica que haga frente a la codiciosa destrucción ambiental del sistema capitalista.
Pueden pasar a ser confederaciones transfronterizas cuando las sociedades que abarcan así lo quieran.