Conciliarismo
Se han producido varias corrientes conciliaristas a lo largo de la historia, hasta que finalmente el Concilio Vaticano I definió la plenitud de potestad del romano pontífice sobre la Iglesia católica.[2] Esta doctrina argumenta que un concilio ecuménico representa a toda la Iglesia y obtiene su potestad directamente de Cristo; a esa potestad están sometidos y tienen que obedecer todos los fieles, también los miembros de la jerarquía, incluso el mismo papa.La vía conciliar pareció ser la única posible para obtener la vuelta a la unidad.Tesis análogas a las conciliaristas sobrevivieron luego en el episcopalismo, en el galicanismo y en el febronianismo.Una nueva iniciativa conciliarista surge tras la condena del Sínodo de Pistoya en 1794, por el papa Pío VI.