Pasó su infancia en Barcelona, donde, a los 15 años, se inscribió en las Juventudes Libertarias.
Durante la guerra nos trataban con mucha dificultad, pero sí, nos ayudaban, a duras penas pero lo hacían.
Trabajó como empleada de unas líneas aéreas en Maracaibo y más tarde se trasladó a Caracas, donde residió en un modesto apartamento del centro urbano.
Sin embargo, Concha Liaño se mostró muy crítica con la película.
[3] También su testimonio forma parte del libro Nosotras que perdimos la paz, (2005) de Llum Quiñonero.