Debido a varios pecados (como relacionarse con una abadesa o no hacer bien los pagos prometidos), fue condenado eternamente.Condenado a cabalgar durante toda la eternidad como alma en pena sobre un caballo negro al que le salen llamas por la boca y los ojos, el Conde l'Arnau va siempre acompañado por un grupo de perros diabólicos que le hacen de cortejo.El tema ha sido tratado también por Anicet de Pagès, Frederic Soler, Jacinto Verdaguer, Josep Carner, Joan Maragall (el que dio al personaje perfiles rebeldes y románticos), Josep Maria de Sagarra, Ambrosi Carrion, Antonio Ribera y Miquel Arimany.Joan Amades destaca: (...) es difícil averiguar si se trata de un personaje histórico o si su figura es simplemente legendaria.Se le cree cazador encarnizado, aunque la tradición casi ni menciona que sintiera la pasión de la caza.Este mito tiene similitudes palpables en otros, como el de la Santa Compaña gallega o la persecución bretona del rey Arturo.Para las regiones nórdicas conocen una dama, Hold, y los pueblos germánicos ven dar vueltas por el cielo Frau Gauden, seguida de veintiún cuatro hijas estribillos perros.Llevadas por su afán, un día la madre dijo que ojalá pudiera cazar para siempre y las chicas manifestaron el mismo deseo.Y el Cielo satisfizo su voluntad: condenó la madre a cazar eternamente seguida de las hijas estribillos perros, que nunca la dejan.El perrito, sorprendido, dijo que, pese a ser muy, muy viejo, nunca había visto algo parecido.En nuestro país mismo, además del Mal Cazador hay diferentes personajes condenados a cazar eternamente como expiación de varios sacrilegios.Adelaisa vivió, por tanto, cuatro siglos antes del conde Arnau pseudo-histórico que se supone héroe de la leyenda.Explicaremos lo que hemos oído decir, aunque unos conceptos no aten e incluso se opongan a otros.Todos los reunidos, ante la imagen de la Virgen, prometieron ayuda al Conde y ponerse a su lado.Los moros lo persiguieron, pero no se sintieron ligeros para subir aquel risco tan escarpado e idearon un ingenio.El Conde, pero, desde la boca, armado de su espada, los iba aventándolo mandobles tal como se le iban presentando.De todo es bien sabido la misteriosa capacidad del Conde para llevar a cabo obras increíbles, como construir un monasterio en una sola noche.Para reunir un ejército poderoso para poder afrontar los moros, hizo sonar su cuerno de guerra a los cuatro vientos, pero ni un solo hombre no acudió a su llamada, y Otger, que iba bien solo, sin otro compañero que un perro muy fiel e inteligente, quedó bastante desolado.Todos se sacaron las espadas y las extendieron a la vez encima del altar, dispuestos ellos en círculo alrededor de la mesa.Y cumplieron el juramento, pues no pararon de luchar hasta que alcanzaron plenamente su propósito.Cuando la obra ya era muy avanzada el maestro que dirigía un día dijo: <>.El acceso al santuario de Montgrony era muy difícil, por no decir imposible, a través del greña natural abierto en la roca viva.El Conde tuvo un gran gozo, pero no se acordó además del pago prometido.Guiado por la claroreta, hizo hacia un gran palacio que se levantaba perdido en medio de la espesa espesura.Así como hasta entonces había servido Dios en todo lo que podía, y también hecho levantar muchas capillas e iglesias, desde ese momento se sintió desafecto a las cosas sagradas e hizo amistad con el diablo, con el que hizo mucha liga.Los hombres, sin embargo, le tenían un odio implacable y eran cientos los maridos, los hermanos y los padres que, roídos por la sed de venganza, sentían avidez de hacerle pagar a buen precio su deshonra, pero ninguno se atrevía encarar-se, ya que todos le temían tanto como la odiaban.A todos les hacía presente del rico vestido hechizado, y al cabo de pocos días morían.El Conde pagaba todos los tributos que debía satisfacer al rey o a otros caballeros siempre con ganado: caballos, bueyes, ovejas, lechones, etc.Así el Conde satisfacía religiosamente sus deudas y pagaba puntualmente todos los tributos, sin mermar su patrimonio.Mientras estaban los trabajos en este punto uno de los obreros también dijo que pronto lo lograrían <>, y furioso el mal conde replicó que tanto si quería o no, ya continuación las fuentes del Llobregat retroceder hasta en Castellar de N'Hug.