Las negociaciones avanzaban con el rey sueco en su campamento durante su campaña militar contra Noruega en 1718, pero se suspendieron con la muerte del soberano.
La reacción del gobierno sueco fue negativa inicialmente, ya que el fracaso de una compañía similar basada en Ostende en los Países Bajos Austriacos controlada entonces por Austria, lo hacía desconfiar del logro de un posible éxito contra las principales potencias.
Estos privilegios, entre otros, eran: Las razones del último punto eran tanto internas como externas: a los ciudadanos británicos les estaba prohibido establecer comercio con Asia, y las sospechas de participación en las expediciones suecas eran investigadas.
También la envidia de otros comerciantes que no podían participar en la compañía jugó una parte.
Las reacciones fueron fuertes y dejaron en claro que consideraban a la compañía como un competidor no aceptado.
Inicialmente los bienes fueron especias, pero posteriormente la demanda de la porcelana y el té, hizo que estos productos se sumaran a la actividad comercial.
La expedición fue eventualmente devuelta a su curso, pero ya se había perdido el buen tiempo y los vientos no eran favorables.
El viaje fue un gran éxito en cuanto a beneficio económico se refiere, la subasta dio 900 000 riskdaler suecos.
Desde Gotemburgo los veleros llevaban hierro en lingotes, acero y productos manufacturados en este metal.
El último velero volvió a Gotemburgo en marzo de 1806, y aunque la compañía tenía privilegios reales vigentes hasta 1821, terminó sus operaciones en 1813.