Coeducación

Por tanto, plantea desafíos en torno a la participación de hombres y mujeres en la escuela.[2]​ Cuando se pusieron en marcha en el siglo XIX los sistemas escolares estos optaron por la separación de sexos por razones morales ―no se debía fomentar la promiscuidad― y educativas ―la finalidad de la educación de los chicos era diferente de las chicas: a ellos debía darles la formación necesaria para actuar en el espacio público, con lo que cuando acabaran los estudios secundarios podían obtener el título de bachillerato; a ellas debía proporcionarles los conocimientos útiles para ser buenas madres y esposas, con lo que cuando acabaran sus estudios recibían un simple diploma que no les permitía acceder a los estudios superiores ―.Esta última idea de que la coeducación podía «pacificar» las costumbres masculinas fue el motivo principal para que se pusieran en marcha experiencias de coeducación en algunos países europeos en la segunda mitad del siglo XIX.En Europa, y en general en el mundo occidental, la coeducación se generaliza después de la Segunda Guerra Mundial estableciéndose por ley, como en Francia, donde en 1959 se autorizan los liceos mixtos y en 1963 las escuelas secundarias elementales mixtas hasta que en julio de 1975 se aprueba la Ley Haby que la establece como norma obligatoria para todo el sistema educativo.[3]​ Frente a las últimas críticas a la coeducación los defensores de la misma, como la filósofa francesa Elisabeth Badinter que la considera un «progreso considerable», afirman que «mezclarse y confrontarse [chicos y chicas] desde la más tierna edad facilita el conocimiento de las personas del otro sexo y la forma en que ellas se comportan».[10]​ La formación inicial y permanente del docente en cuanto a igualdad, es un aspecto clave para promover un pensamiento crítico ante una educación estereotipada.Para poder reflejar este proceso educativo en el aula, se deben llevar a cabo ciertas estrategias coeducativas como:[6]​ Es necesario que la coeducación se trabaje en el aula transversalmente en cada una de las materias y además, durante toda la escolarización.Desde diferentes organizaciones internacionales; como Naciones Unidas o la Unesco, se han realizado estudios sobre cómo aprender mediante las tecnologías de la comunicación e información, incorporando cambios en contextos educativos con respecto a las metodologías empleadas para fomentar la igualdad de género desde las aulas.Actualmente, las sociedades provocan en la ciudadanía la necesidad de encontrarse conectados a la red.Es responsabilidad del equipo docente el promover que puedan desarrollar sus vidas en igualdad de oportunidades.
Educación mixta en un liceo en Malí .