El clorpirifós (nombre de la IUPAC: O, O-dietil O-3,5,6-trichloropyridin-2-il fosforotioato) es un insecticida (se utiliza para controlar las plagas de insectos) organofosforado cristalino que inhibe la acetilcolinesterasa causando envenenamiento por colapso del sistema nervioso del insecto.
[4] En agricultura se considera un insecticida no sistémico que actúa por contacto e ingestión con gran efecto de choque.
Ante la inminente regulación de la EPA, Dow acordó retirar el registro de clorpirifós para su uso en hogares y otros lugares donde los niños pueden estar expuestos, y quedó severamente restringido su uso en los cultivos.
En Irán, Dow afirma que Dursban es seguro para las personas,[14] y su literatura de ventas afirmó que Dursban tiene "un historial comprobado de seguridad en relación con los seres humanos y animales domésticos".
La demanda alego que el uso continuado de clorpirifos poseía un riesgo innecesario para los trabajadores agrícolas y sus familias.
[19] En 2019 no estaba permitido su empleo en ocho países europeos, entre los que se encuentran Alemania, Dinamarca o Suecia.
Para los efectos agudos, la EPA clasifica el clorpirifós como Clase II: Moderadamente tóxico.
Investigaciones recientes indican que los niños expuestos al clorpirifós en el útero tienen un mayor riesgo de retrasos en el desarrollo mental y motor a los tres años y una mayor incidencia de trastornos generalizados del desarrollo como el TDAH.
Estos resultados indican que los pesticidas pueden estar implicados en síndrome de la Guerra del Golfo y otras enfermedades neurodegenerativas.
[38][39] Recientes estudios de monitoreo del aire en Washington y Lindsay, CA, han arrojado resultados similares.
Hay una fuerte correlación con las enfermedades crónicas asociadas con trastornos autoinmunes después de la exposición al clorpirifós.