La Tierra es para la Luna lo que ésta para nosotros, en lo concerniente a la iluminación de ambos discos, pero las fases son inversas para dos hipotéticos observadores situados en ambos astros.
Inversamente, durante el novilunio, cuando el hemisferio lunar visible de la Tierra no recibe luz solar, el hemisferio terrestre vuelto hacia la Luna se halla iluminado por el Sol y refleja hacia nuestro satélite bastante luz como para que en la superficie lunar la iluminación sea comparable a la luz crepuscular de un anochecer terrestre.
Cuando la luna es vista desde una gran altura en latitudes tropicales, la emitancia luminosa puede alcanzar los 0.26 lux.
El fenómeno lunar es similar al apreciable respecto de otros cuerpos celestes.
En esas condiciones, y en una noche sin Luna, la luz de Venus provoca cierto resplandor en nuestro cielo y basta para que los objetos den sombras perceptibles; incluso se pueden obtener fotografías a contraluz con exposiciones de unos cuantos minutos.