Tiene la cualidad de empastar perfectamente con oboes y fagotes, incluso más que con los propios clarinetes en Si♭ o La.
Se han escrito obras sinfónicas con roles de importancia para este instrumento, entre las que destacan las composiciones del maestro Manuel Lillo Torregrosa como su afamada Vivencias o su Concierto para requinto y clarinete y además un notable solo en el Bolero de Ravel.
El requinto es un instrumento muy difundido popularmente en Cantabria, donde se conoce como pitu montañés,[3] y se toca acompañado de tambor o redoblante, conociéndose la pareja formada como piteros; o piteru y tamboriteru, respectivamente.
[4] Se difundió en el centro-occidente cántabro, La Montaña, desde mediados del siglo XIX:[3][4] y se afianzó en toda Cantabria sutituyendo en gran medida al silbu, a la vozaina y a la gaita; que se utilizan cada una en una comarca concreta, pero no representaban a toda Cantabria, o al acordeón, instrumento empleado frecuentemente en la interpretación de piezas del folclore de Cantabria[3] jotas y pericotes.
El clarinete como instrumento solista para el folklore se utiliza también en otras partes del mundo.