Ciudades del espacio es un libro publicado en 1976 -en español en 1981- cuyo autor fue Gerard K. O'Neill, donde se proponía una hoja de ruta para los Estados Unidos en un hipotético futuro programa de colonización espacial continuando con el empuje del ya cancelado Programa Apolo que llevó al ser humano a la Luna en 1969.
Los hábitats recrearían la gravedad terrestre en la cara interior de los cilindros mediante rotaciones y serían iluminados por el Sol.
Es decir, subrayar cómo afectará al planeta Tierra un desarrollo industrial sin precedentes unido a una población en crecimiento explosivo en un contexto (los años 70) de crisis energética.
La energía solar podría ser un sustituto, siempre y cuando estuviese disponible las 24 horas del día en un espacio libre de nubes.
Un escenario que, como se señala más adelante en su trabajo, solo podrá darse en órbita, fuera de cualquier atmósfera y rotación planetaria.
Los futuros hábitats diseñados para establecer colonias espaciales deberán ser sitios donde los trabajadores deseen ir por su propia voluntad.
La comodidad para trabajar, desarrollarse e, incluso, establecer una familia deben ser prioridad en el diseño de las colonias.
Este objetivo estará siempre presente a la hora de definir parámetros como la temperatura, humedad y radiación solar.
Agricultura Los rendimientos agrícolas están sujetos en la Tierra a variables tales como la climatología, calidad de los suelos o la tecnología del momento.
Para aprovechar al máximo la superficie, siguiendo las observaciones que previamente propuso Bradfield, se propone el cultivo múltiple y plantación doble, es decir, en un mismo espacio alternar plantas que crezcan a distinta altura, no compitiendo así por el espacio.
Las materias primas necesarias para los procesos industriales podrían provenir de lugares como la Luna o los asteroides cercanos.
La superficie total estimada para usos recreativos y estacionales podría ser de 600 kilómetros cuadrados.
Las pequeñas ciudades, alrededor del medio millón de habitantes, podrían ofrecer una oferta cultural variada como conciertos, exposiciones o teatros.
Los habitantes de la Isla Tres podrán desplazarse diariamente entre diferentes puntos del valle, ya sea desde sus casas a sus trabajos en las ciudades o bien por placer u otros motivos.
Una propuesta a los transportes del centro de los valles será la levitación magnética, que, según O'Neill, tiene diversas ventajas como la eficiencia, suavidad en la marcha y no requiere una pista nivelada o muy precisa.
Los túneles donde se desplazarían estos transportes estarían a pocos metros bajo la superficie del valle.
Las colonias orbitales presentarán diversos riesgos asociados a toda actividad espacial con presencia de humanos.
Entre los riesgos tenemos problemas tales como impactos de meteroides y exposición a radiaciones, entre las cuales estarían las cósmicas.
O'Neill afirma que, en líneas generales, los hábitats son poco adecuados como plataformas de ataque.
O'Neill afirma que, en el momento de la publicación, ya existía un diseño viable para acomodar a 10.000 personas en el espacio.
La solución más práctica puede ser la de anillos toroides, donde las máquinas cosechadoras pudiesen recorrerla sin obstáculos, con techos transparentes semejantes a un invernadero.
La temperatura se mantendrán altas para que ciertos cultivos como el maíz, los boniatos, el sorgo u otros puedan ofrecer al menos cuatro cosechas anuales.
En el ecuador habría un pequeño río, con ensanches y lagunas, que podrían servir para practicar la natación.
Con dicho sistema, nadie en la colonia se vería forzado a trabajar en turnos nocturnos (como pasa en la Tierra) y sufrir trastornos en su reloj biológico.
Para que la construcción no sea una operación excesivamente gravosa, será necesario acarrear los materiales con la mayor eficiencia posible.
Se podría construir una estación satélite de energía solar (turbogeneradores) con materias primas extraídas en la Luna.
De esta manera no sería tan agotador para las tripulaciones desarrollar misiones que durasen varios años en lugares más periféricos del Sistema Solar.
O'Neill, sin embargo, afirma que dicho plan tendrá, al menos, dos inconvenientes: Los habitantes de la Isla despegarían desde la Tierra en unos viajes ya rutinarios.
Como ya se dijo, las necesidades para generar riqueza son: energía, materiales e inteligencia.
En L5 las materias primas serán inagotables durante varios siglos, la energía gracias al Sol, mucho más duradera y la tercera dependerá de la propia capacidad colonial.