Sin embargo, esta tesis no es respaldada por sus superiores, ya que asesinos en serie son considerados como un «fenómeno occidental decadente» en la Rusia comunista.
Además, nunca admitirían ante nadie, ni siquiera ante las más altas esferas del estado, que algo va mal.
También se ve obligado, según esa política comunista, a investigar en la dirección equivocada y buscar al asesino entre los gays.
Por casualidad, el autor Andrei Chikatilo, hombre casado, es arrestado en 1984, pero una comparación con los rastros de esperma y sangre encontrados en algunas víctimas no muestra ninguna concordancia.
Él escribe un perfil novedoso y correcto del asesino basándose en los datos de la investigación llamado Ciudadano X.
Gracias a ello, averiguan en el mismo año, que Chikatilo fue visto saliendo de un bosque donde más tarde se encontró otra víctima.
Impresionado por la precisión del perfil que hizo de él, Chikatilo pierde los nervios y le confiesa sus crímenes.