Cirio (vela)

Como los primeros cristianos en tiempo de las persecuciones no se atrevían a reunirse sino durante la noche y las más veces en ciertos sitios subterráneos, se vieron obligados a servirse de cirios y hachas para celebrar los santos misterios.

Es pues muy natural que se emplease también este signo para honrar a la divinidad.

M. Languet al refutar a dicho autor ha probado con monumentos del tercero y cuarto siglo que desde el principio de la Iglesia se han usado cirios en el oficio divino por razones morales y místicas para honrar a Dios, para testificar de que Jesucristo es según la expresión de San Juan la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, para hacer recordar a los fieles la palabra de Jesús, que dijo a sus discípulos: Esta es la razón porqué se ponía en la mano de los nuevos bautizados un cirio encendido, repitiéndoles o haciéndoles repetir esta lección y por la misma causa se encienden cirios para leer el Evangelio en la misa.

Al principio del quinto siglo, el hereje Vigilando objetó que este uso era una práctica tomada de los paganos, los cuales hacían arder lámparas y cirios ante las estatuas de sus dioses.

San Gerónimo le responde que el culto tributado por los paganos a sus ídolos era detestable porque se dirigía a unos objetos imaginarios e indignos de veneración.

Altar flanqueado por cirios.
Pila bautismal con cirio.
Adoración eucarística con cirios.