Se compone de tres partes: una base; una parte central, donde solían inscribirse textos votivos o epitafios y grabar las figuras, nombres y/o fechas de los dedicados; y un remate, con forma triangular (imitando un tejado a dos aguas) o rematado con ornamentos.[1] Característico de la arquitectura funeraria etrusca y romana, también se encuentra en otras culturas como la púnica e íbera.[2] Con el tiempo, comienzan a emplearlos en los recintos sepulcrales para definir las dimensiones de las tumbas, que en ocasiones aparecía reflejado en pedes.[2] En la actualidad, el concepto cipo es empleado para definir los monumentos epigráficos con características similares a las de las estelas.[3] Por otro lado, el uso del cipo como monumento funerario no tuvo una gran perdurabilidad; por tanto, solo se puede definir como tal, dentro de un contexto arqueológico, cuando aparecen expresadas las dimensiones del área sepulcral.