En 1492 ya se había establecido en Venecia, pero en el verano de 1516 volvió a su localidad natal.
Su primera obra segura es la Virgen del Emparrado (1489, Museo de Vicenza), que recuerda a Bartolomeo Montagna.
Sus figuras, inicialmente algo rudas, fueron gradualmente perdiendo esta severidad y ganaron en gracia, aunque conservando un cierto envaramiento.
El color es rico y hermoso con un tono plateado típico de Cima, que en sus últimos trabajos se verá sustituido por el dorado.
Sus composiciones carecen de dramatismo, no habiendo en ellas interacción entre los personajes, que nunca se muestran en actitudes comunicativas.