Poco se conoce de la historia de este asentamiento, las primeras prospecciones arqueológicas que se realizaron en el área ocurrieron entre 1926 y 1927 por los arqueólogos Enrique Juan Palacios, Ramón Mena y Porfirio Aguirre.
[5] Grupos nómadas chichimecas (guamares y guachichiles) llegaron procedentes del actual estado de San Luis Potosí.
[6] De acuerdo con varios autores, se estima que este asentamiento tuvo lugar entre 500 a. C. a 300 d. C. Los primeros habitantes de esta zona fueron cazadores-recolectores que vivían a lo largo del río y eventualmente desarrollaron conocimientos agrícolas.
Existen, tumbas, altares y otros restos dispersos en una extensión estimada de 500 m².
[6] La cerámica de esta cultura es anterior al periodo clásico, incluye figurillas angulosas con formas geométricas.
Aparentemente la cultura Chupícuaro se desarrolló en un amplio territorio, y se definió como estilo o Tradición Chupícuaro (Beatriz Braniff), en Guanajuato, Michoacán, Guerrero, Estado de México, Hidalgo, Colima, Nayarit, Querétaro y Zacatecas.
[2] Chupícuaro tuvo un gran desarrollo cultural y expansión de su estilo en áreas alejadas al centro difusor e influyó en tradiciones cerámicas que llegaron a perdurar hasta fines del período Clásico, inclusive hasta el Posclásico, como se aprecia en la cerámica tarasca de Michoacán.
A fines de 1985, en la primera Reunión sobre Sociedades Prehispánicas, se planteó con respecto a la Cultura Chupícuaro, que los grupos que manufacturaban la cerámica con tradición Chupícuaro, debían considerarse como parte de las sociedades estratificadas mesoamericanas, con una estructura política y territorial definida y no como sociedades aldeanas aisladas, carentes de arquitectura y centros ceremoniales.
La cultura Chupícuaro es conocida sobre todo por su producción cerámica, cuyas huellas se han detectado por una amplia zona ubicada entre el Bajío y la cuenca lacustre.