[1][2][3] El libro narra los femicidios de Andrea Danne, María Luisa Quevedo y Sara Mundín en las provincias de Entre Ríos, Córdoba y Chaco, respectivamente, en la Argentina durante los años ochenta.
[3][4] Asimismo, Almada intercala en el texto anécdotas personales respecto a la violencia de género, como la vez en la que su padre intentó atacar a su madre y esta misma le clavó un tenedor en el brazo para defenderse;[1][3] o el momento en el que Almada, con trece años, se enteró del femicidio de Andrea Danne.
[5][7][8] Almada escribió Chicas muertas tras una investigación que pudo realizar gracias a la beca que recibió por parte del Fondo Nacional de las Artes de Argentina en 2010,[5] en la que, teniendo como referencia las novelas de no-ficción A sangre fría y El empampado Riquelme (de Truman Capote y Francisco Mouat, respectivamente),[5] viajó a las provincias y lugares en los que acontecieron los femicidios, leyó los expedientes de los casos y entrevistó a toda persona que pudiese brindarle información respecto a los crímenes.
Respecto a si la escritora quería visibilizar la violencia hacia la mujer en el libro desde un primer momento, Almada dijo:[7]
[2] La revista española El Cultural llamó a Chicas muertas «una crónica tensa, exacta, que afronta con seriedad un tema aun más serio».