La distribución se limitaba a las cercanas Grenoble y Chambéry, pero su popularidad fue en aumento.
[1] La Revolución francesa dispersó la orden monástica en 1793 y los monjes dejaron de destilar su licor.
En 1816, regresaron al monasterio de la Gran Cartuja y retomaron su actividad.
Se llevan su secreto e implantan una destilería en Tarragona (España) que se convierte en el centro de elaboración del licor, al que llaman "Tarragona".
Se elabora con ciento treinta hierbas maceradas en alcohol de uva y destiladas.