Liberatores (en español, liberadores) es la denominación en latín que los asesinos de Julio César se dieron a sí mismos.
En efecto, ellos afirmaban que no pensaban llevar adelante un golpe de Estado, sino un tiranicidio.
Marco Antonio influyó en la opinión pública en su contra (principalmente con su discurso en oportunidad de los funerales),[6] obligando a Brutus y Cassius a huir de Roma hacia Oriente.
Después que César Augusto y Marco Antonio[7] hicieron la paz en el año 43 a. C. (Segundo Triunvirato), la venganza fue rápida.
Cayo Casio Longino y Marco Junio Bruto, junto a la mayoría de los otros conspiradores, fueron abatidos durante la Batalla de Filipos o poco tiempo después.