En el universo imaginario de J. R. R. Tolkien y en la novela El Señor de los Anillos, los centinelas son dos enormes estatuas ubicadas en la entrada de la torre de Cirith Ungol y que funcionaban como puestos de guardia, ya que por alguna poderosa y maligna fuerza que emanaba de ellas era prácticamente imposible penetrar en la fortaleza sin conocer las palabras que servían de contraseña.Al ser vulneradas emitían un fuerte y estridente grito y un poderoso sonido similar al tañido de una gran campana.Cada una de ellas tenía tres cuerpos unidos, coronados por tres cabezas que miraban adentro, afuera, y al portal.Las caras eran de buitre, y las manos que apoyaban sobre las rodillas eran como garras.En el viaje que llevó a cabo Frodo Bolsón para destruir el Anillo Único, primero Samsagaz Gamyi y luego ambos hobbits pudieron trasponerlas invocando a Elbereth y cegándolas con la luz de Eärendil encerrada en el Frasco de Galadriel.