Es un monumento nacional de ese país.
El edificio se empezó a construir en 1120 por orden del obispo Guy de Lons, y fue saqueado por los protestantes durante el reinado de Juana de Albret.
De los monumentos funerarios ordenados por Enrique II, sometidos al vandalismo iconoclasta por los protestantes y al colapso de la bóveda del santuario en 1599, no queda nada.
Las excavaciones arqueológicas entre 1928 y 1929 tuvieron éxito sin embargo en redescubrir la cripta real y los restos de sus ocupantes.
El templo está protegido como Monumento histórico de Francia desde 1840.