Iniciada su construcción en el año 1163, existe en la catedral una dualidad de influencias estilísticas: por un lado, reminiscencias del románico normando, con su fuerte y compacta unidad; por otro lado, las innovaciones arquitectónicas del gótico, que son las que han dado más fama al edificio.Con todo, el templo subsistió en modestas condiciones hasta que la publicación en 1831 de Nuestra Señora de París, novela escrita por Victor Hugo y cuyo escenario principal era Notre Dame, reavivó el interés popular por la vieja catedral parisina.Ya en 1963 se procedió a limpiar de hollín la fachada, que así recuperó su color original.La arquitectura gótica es un instrumento poderoso en el seno de una sociedad que ve transformarse la vida urbana a un ritmo acelerado.Esta arquitectura se hará con el núcleo, no solo intelectual, sino también cultural de la ciudad medieval.Pese a la poca calidad constructiva del subsuelo, esta ubicación posee un largo historial dedicado al culto religioso.Los celtas habían celebrado aquí sus ceremonias, donde, más tarde, los romanos erigirían un templo al dios Júpiter.Durante el reinado de Luis VII (1137-1180), y bajo su apoyo, este proyecto fue bendecido financieramente por todas las clases sociales.Así, y teniendo en cuenta la grandeza del proyecto, el programa siguió velozmente y sin interrupciones que pudieran ocurrir por falta de medios económicos (algo común, en la época, en construcciones de gran envergadura).En 1182 el coro ya prestaba servicios religiosos y, durante la transición entre los siglos, se concluyó la nave.La catedral fue alterada sustancialmente a finales del siglo XVII, durante el reinado de Luis XIV, principalmente en la zona oriental, en la que fueron destruidos sepulcros y vidrieras para ser sustituidos por elementos más al gusto del estilo artístico de la época, el Barroco.En 1802 Napoleón Bonaparte formalizó la devolución del edificio a la Iglesia católica y la reanudación de su uso para el culto.Dos años después Napoleón se coronó a sí mismo emperador en la catedral ante la presencia del papa Pío VII.Además, se despejaron los alrededores del solar para dar mayor protagonismo al templo y hacerlo visible desde más lejos, lo cual implicó derribar todos los edificios cercanos y supuso la pérdida de la trama urbana medieval.[1][2] En 1314 el templario Jacques de Molay fue quemado vivo en la hoguera frente a la catedral, aún en construcción.La planta está marcada por la formación en cruz latina orientada a Occidente, de eje longitudinal acentuado, y no perceptible desde el exterior.La fachada presenta un conjunto proporcional, reduciendo sus elementos a lo esencial, aunque con gran riqueza de detalles.El interior de la catedral destaca por su luminosidad, gracias a los amplios ventanales que se abren en la cabecera, el claristorio, el triforio y las naves laterales.Gran originalidad y audacia suponen los pilares cilíndricos que separan los espacios de las naves.Las bóvedas y las tracerías de los ventanales muestran diseños simples, como corresponde a la fase inicial del gótico en que fueron proyectados.En la cabecera, destaca la monumental escultura de la Piedad esculpida en el siglo XVIII por Nicolas Coustou, y que preside la catedral desde el centro del ábside.Ambos monarcas aparecen arrodillados en actitud de súplica, y les rodean ángeles portando los Arma Christi.La mayor parte de las vidrieras fueron colocadas durante las sucesivas restauraciones que se realizaron desde el siglo XIX.Su interior sí aparece representado en el colosal cuadro La coronación de Napoleón pintado por Jacques-Louis David, dado que dicha ceremonia se celebró allí en 1804, pero la arquitectura gótica del templo aparece enmascarada por la decoración diseñada ex profeso por Charles Percier y Pierre Fontaine.Notre Dame recupera presencia en la pintura avanzado el siglo XIX, gracias a Víctor Hugo y al gusto neogótico que se impone en Europa.
Los
arbotantes
de la catedral, construidos a principios del siglo
XIII
, son una solución estructural típica de la
arquitectura gótica
que deriva las presiones de las bóvedas hacia los
contrafuertes
adosados al exterior de los muros
La catedral a finales del siglo
XIX
según un grabado de Alfred-Alexandre Delauney