Este edificio, que hasta hace pocos años estaba en completa ruina, fue restaurado a principios de los años 1980, siguiendo en la parte exterior un criterio de aproximación al estado original.
El interior, en cambio, se ha modificado en parte respecto a la forma primitiva, habiendo desaparecido las dos chimeneas que flanqueaban la ventana central.
El castillo de Moraira aún estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XIX, contrariamente a las teorías que sitúan su destrucción por los ingleses a principios del siglo XIX.
Una imposta de mediacaña marca el límite entre el cuerpo del edificio y la cubierta, protegida por una pequeño muro corrido que presenta siete aperturas en forma de saetera, donde se colocaban los cañones.
A unos pocos metros al este del castillo, se encuentra un pequeño aljibe, de la misma época del fortín que servía para almacenar el agua para el consumo de su dotación.