En la segunda mitad del siglo XII, la Orden del Temple alzó un complejo conventual en la estratégica meseta de Gardeny.
El montículo -que ya antes de nuestra era fue utilizado como base de operaciones de militares- recibió la visita de brillantes estrategas como el propio Julio César, quien se enfrentó con los pompeyanos Afranio y Petreyo, instalados en Ilerda en el año 49 a. C. Durante los siglos XVII y XVIII, el antiguo recinto medieval fue ampliado y transformado en un nuevo fortín militar, el diseño del cual respondería a las nuevas necesidades defensivas que supuso la introducción de la artillería: murallas flanqueadas por baluartes y rodeadas de amplios espacios, fosos y muros de contención.
La imagen actual de este conjunto monumental corresponde a los restos de lo que fue una imponente fortaleza.
Este viaje a través del tiempo pone al descubierto gran parte del patrimonio y legado templario de la antigua Corona de Aragón.
Finalmente en la época moderna, la meseta de Gardeny siguió siendo un importante enclave militar español, con el Cuartel General Sanjurjo, y el Cuartel Templarios (nombre en honor del castillo templario de Gardeny).