El pueblo se encuentra en la carretera EX-118 que une Guadalupe con Navalmoral de la Mata.
El municipio es conocido por su entorno natural y por la arquitectura popular condicionada por lo abrupto del emplazamiento de su casco urbano.
El bosque de castaño da nombre al municipio y es, en efecto muy abundante, especialmente hacia el sur.
Grandes mamíferos, como el jabalí, el venado, el corzo, el gamo o el muflón campan por los montes, mientras que en los ríos aún es posible ver nutrias.
En estas rocas calizas han sido descubiertos los fósiles más antiguos de Europa: Cloudinas carinatas, que son los primeros invertebrados marinos con esqueleto mineralizado que vivieron hace unos 540 millones de años.
El rey Sancho IV incluyó el valle del Ibor en las Tierras de Talavera y por tanto Castañar de Ibor perteneció junto con Guadalupe, el resto del valle y el Campo Arañuelo a este antiguo alfoz.
En la década de 1950 se construyó una pequeña central hidroeléctrica en el río Viejas, próxima a su confluencia con el Ibor.
La infraestructura, integrada en la red de Iberduero, hace que, desde entonces, el pueblo sea casi autosuficiente en abastecimiento eléctrico.
Así mismo, durante los últimos años el pueblo ha visto la aparición de establecimientos dedicados a la explotación del turismo rural.
Una persona muy importante en el desarrollo de las infraestructuras rurales haciendo llegar la luz al pueblo fue Rodrigo Dávila Martín.
El escudo se define oficialmente así: La bandera se define oficialmente así: También se puede destacar el símbolo Josué, en honor a un ciclista local La cueva de Castañar de Ibor combina una gran belleza natural con una relativa fragilidad, lo que ha desaconsejado acondicionarlas para abrirlas al gran público.
Aunque el principal foco de atención para el turista rural será la gran riqueza natural del entorno, no se puede pasar por alto lo pintoresco del pequeño casco urbano castañero, enclavado en la ladera de un cerro y caracterizado por calles estrechas con una fuerte pendiente.