La Avellaneda

La flora en esta zona está formada por árboles como: olivos, alcornoques, avellanos, algunos robles, quejigos, enebros, olivos silvestres, chumberas, fresnos, sauces, algunos castaños y alisos (estos cuatro últimos se suelen situar próximos al río).

Entre los arbustos podemos encontrar: jara, tomillo, romero, madroño, brezo, lentisco, retamas, zarza, cornicabra y cactus.

En la zona del río, se pueden encontrar garzas y patos salvajes.

También es cierto que esta zona era muy peligrosa en aquella época tan conflictiva; lo que se convierte en posiblemente la causa fundamental del asentamiento en La Avellaneda (al convertirse este pueblo en una especie de “refugio” del peligro).

Según se ha escrito, este “despoblamiento” fue debido a las termitas, muy abundantes entonces.

Es posible que un aumento de éstas precipitara los acontecimientos, pero los motivos más lógicos por los que parece que se produjo esta marcha de La Avellaneda a Castañar de Ibor son los siguientes: Pese a esto, La Avellaneda no se despobló entonces, sino que siguió contando con un número importante de vecinos hasta finales del siglo XVIII (siguió habitada, al menos, hasta 1752).

A mediados del siglo XVII, la zona de los Ibores se vio afectada por unas pestes que originaron un gran descenso demográfico, que fue agravado por la posterior Guerra de Sucesión.

En total, había 70 habitantes que continuaban sobreviviendo gracias al sector agropecuario.

No se han podido obtener más datos acerca de hechos y documentos relativos a este pueblo debido a la negligente pérdida de los Archivos en los años 60.

Pero en la actualidad, La Avellaneda se ha vuelto a convertir en un pueblo totalmente deshabitado.

Cuando ya han hecho esto, la trasladan hasta La Avellaneda en un camión seguido de coches en los que viajan sus devotos para realizar una romería.

Como curiosidad, hay una anécdota que dice que hace muchos años, cuando se estaban llevando al Cristo en procesión desde Castañar a La Avellaneda para hacer la romería, el señor cura en ese momento decidió llevar al Cristo por otras calles distintas a las que usaban todos los años.

Entonces, el cura y los devotos decidieron llevar al Cristo de vuelta a la iglesia y volver a empezar la procesión, haciéndola esta vez por las mismas calles que habían usado todos los años anteriores.

Desde entonces, la procesión se hace todos los años por las mismas calles, sin variar la ruta.

Hay dos oraciones dedicadas al Cristo de La Avellaneda que son: 1.

Con la noche las sombras nos cercan, y tu rostro nos da nueva luz, alumbrados en nuestro camino hasta Ti corremos, Señor.

Descripción aguas Fuente del Oro tratado médico año 1825
Descripción aguas Fuente del Oro tratado médico año 1842