Sin embargo su obra más destacada será la Casa del Cabildo.
Esta circunstancia de partida y la capacidad del arquitecto Sarela para resolver de manera unitaria la fachada barroca envolviendo las tres viviendas son las claves para entender el proyecto.
La Casa del Cabildo es una tela escénica, un fondo barroco para la Plaza de Praterías.
La fachada del Cabildo se tira a cordel siguiendo la línea de la rúa Fonseca, sin importar en absoluto que el fondo interior del nuevo inmueble se reduzca a 2,70 m haciendo imposible cualquier distribución funcional de vivienda.
En la planta primera, sobre las bóvedas de piedra, se sitúan las cocinas, con sus solados cerámicos para evitar incendios, y con sus chimeneas que se desarrollan por el interior de los muros que delimitan la caja de escaleras, mientras que a planta segunda se llevan los dormitorios, separados de la cubierta por el bajocubierta no habitable (en gallego: fallado) En el bajo se crean cuatro tiendas que la propiedad arrienda a los plateros de la ciudad, lo que le reporta grandes beneficios, dado que desde 1418 la conocida como Plaza dos Ourives es el único espacio donde está permitido a los orfebres y plateros trabajar y vender sus productos.
Clemente Fernández Sarela tiene una concepción muy clara y rotunda de su edificio e impone sin contemplaciones un orden de fachada que envuelve a las tres viviendas originales.
La Casa del Cabildo y el inmueble de Raíña, 1, se encuentran maclados.
La Casa del Cabildo irá teniendo diferentes arrendatarios pertenecientes a los diferentes gremios de artesanos de la ciudad que explotarán comercialmente el bajo del edificio.
El Cabildo se libera completamente de elementos "funcionales" llevando las nuevas comunicaciones verticales, imprescindibles para garantizar la accesibilidad al nuevo edificio, al inmueble de Raíña.
Sobre la fachada monumental se lleva a cabo un trabajo de restauración arqueológica, mientras que en el interior del edificio únicamente se renuevan aquellos elementos estructurales y constructivos dañados, devolviéndoles su funcionalidad.
En el otro local de la planta baja se ubica una platería tradicional sobre la que no se interviene y que continúa en funcionamiento durante toda la realización de los trabajos.
La estancia hacia la rúa del Vilar conserva la lareira original que se pone en valor mientras que en la sala hacia Raíña, este elemento se había eliminado.
En planta segunda se encuentran dos salas polivalentes equipadas igualmente con un trasdosado técnico y una mampara abatible para dividir los espacios.
A esta decisión se sumaba los condicionante impuestos por el nuevo ascensor.
El sobrerrecorrido del este elemento, necesario por seguridad durante los trabajos de mantenimiento, obligaba a modificar la cubierta.
La cubierta original de Raíña era a dos aguas hacia la calle mientras que en su tramo posterior esta se resolvía con un único faldón ascendente desde la medianera del Cabildo hacia la vivienda en Raíña, 3.
El proyecto invierte este faldón que crece hacia el Cabildo lo que permite alojar en su interior el sobrerrecorrido del ascensor y posibilitar la comunicación entre el bajocubierta de Raíña y la planta segunda del Cabildo.
En su lugar se crea un gran paño acristalado que permite desde Raíña contemplar la "espalda del edificio".
Resulta especialmente emocionante observar como la monumental cornisa del Cabildo da la vuelta y se desvanece allí donde el ojo del transeúnte ya no alcanza a ver.
Como muestra de la complejidad del sistema únicamente decir que entre los dos edificios hay 11 niveles diferentes de forjados y que el ascensor cuenta con 5 desembarcos distintos.
Para comunicar los dos inmuebles el proyecto opta por romper el muro medianero entre Cabildo y Raíña en sus diferentes plantas.
La habitabilidad requiere energía y por su vinculación directa con el uso, es un concepto dinámico más próximo al ritmo natural de cualquier ciudad viva.
Las nuevas carpinterías exteriores e interiores se han realizado en cedro.
La Casa del Cabildo cuenta con dos enormes gárgolas en los extremos de su cornisa que alejan el agua que se recoge en cubierta de la monumental fachada.
Inspiró a Valle-Inclán el cuento Mi hermana Antonia, de igual modo que la Fuente de los Caballos inspiró a Federico García Lorca el poema Danza da Lúa en Santiago.