Casa de recogidas de Cádiz

Con estos ingresos se mantenía a diversos empleados: un ama, una maestra, un sacristán, una cocinera, un mozo y un basurero.

Así, en 1774 hubo que habilitar para seis niñas unas cuantas piezas, aunque evitando su mezcla con las “recogidas”.

Esta casa continuó ejerciendo su labor con mujeres jóvenes, huérfanas o solas, hasta el último cuarto del siglo XX, dirigidas por las Reverendas Madres Filipenses, hasta que estas abandonaron la casa y trasladaron el hogar de acogida a la calle Cervantes.

El término, estaba imbricado conceptualmente con las denominadas «casas de acogida para mujeres arrepentidas».

El fin de aquellas casas primigenias era «auxiliar moralmente y recoger materialmente» a las mujeres que habiendo ejercido la prostitución como modus vivendi desearan abandonarla por arrepentimiento de conciencia o simplemente, por lo inherente al concepto, cejar en su práctica.