Perdidas las viejas Casas Consistoriales, se optó como solución habilitar el colindante palacio de Montemar.
Esta reforma tampoco gustó, se llegó a calificar popularmente al edificio como «Estación de ferrocarril francés».
La polémica sobre el edificio duró muchos años, provocada fundamentalmente por la falta de caudales en las arcas municipales.
De ello se encargó el arquitecto municipal Antonio María Sánchez, siendo el resultado la fachada actual.
El edificio, inspirado en el palacio de la Diputación, se presenta en la fachada con cuerpo central resaltado, formado por tres vanos adintelados en la planta baja y tres arcos ante el balcón principal, en el plano noble, rematándose en un pequeño hastial para el reloj.