Carlos Fermín Fitzcarrald

[2]​[3]​ Desde 1988, por decreto supremo, su provincia natal, anteriormente denominada San Luis, en el departamento de Ancash, lleva su nombre en su honor.

Fue hijo del estadounidense de origen irlandés Williams Fitzgerald, marino mercante retirado quien castellanizó su nombre a Guillermo Fitzcarrald cuando se asentó en Perú.

Tomó los mapas con los ríos peruanos de su padre y viajó hasta Huánuco.

Durante su estadía en Huánuco, estalló la Guerra del Pacífico y Fitzcarrald se enlistó al ejército con 17 años.

En estas circunstancias, Carlos Fermín Fitzcarrald emprendió la búsqueda del varadero que sirviese de comunicación entre esas dos cuencas.

Además del interés por conectarse con Iquitos, tenía el de establecer mejores relaciones comerciales con empresarios brasileros y quizá sacar por ese territorio, sin tener que pasar por los controles de Iquitos, el caucho que extraía del Ucayali y el que podría extraer del Madre de Dios.

En cualquier caso, lo cierto es que Fitzcarrald movilizó a centenares de nativos para localizar el varadero, del que tenía vagas noticias transmitidas por nativos piros y campas.

Poseía un almacén en el que podía encontrarse una gran diversidad de mercancías y junto a ella se fueron agrupando otras casas de caucheros hasta crear un pequeño poblado.

Pueblos de los campas y tribus de los cocamas, capanaguas, mayorumas, remos, cashibos, piros y huitotos: os llevo, como un padre bueno y justiciero, a daros el premio de los montes divinales, que se extiende por donde sale el Sol, donde abundante caza os espera; allí os daré pólvora y balas para que vuestras escopetas abatan a las bestias.

Para que llegue el triunfo pronto y seguro necesitamos trabajar sin descanso.

El cruce del varadero no se hizo sin problemas con los pobladores nativos.

Y en efecto, Nicolás Suárez, habiendo comprobado que la ruta empleada por Fitzcarrald no solo permitía traer a la zona mercaderías a un costo que no llegaba a la mitad del que entonces asumían por la ruta del Beni, sino que aquella podía servir para sacar la goma también a precios menores, se asoció al cauchero peruano y aportó dinero para mejorar el istmo.

Su periplo causó sensación en todo el Perú, pues inmediatamente se hizo evidente la importancia económica que entrañaba.

Estaban a punto de lograrlo, pero en la maniobra se rompió la cadena del timón y la corriente estrelló el barco contra las rocas.

En medio de la confusión, Carlos Fermín Fitzcarrald vio que su socio boliviano Vaca Díez estaba ahogándose y acudió en su auxilio, pero las aguas lo envolvieron.

Llega a una altura máxima de 469 metros sobre el nivel del mar.

Aunque después del auge del caucho quedó en desuso, pues la región perdió el dinamismo comercial que le inyectaron hombres como Fitzcarrald, su importancia puede medirse por los proyectos modernos para reactivarlo.

La confluencia del Tambo (delante) y el Urubamba (derecha, al fondo) cerca de Puerto Atalaya , formando el Ucayali